jueves, 2 de noviembre de 2017

Y dele con la moza

Esta semana estuve en un evento sobre inclusión, donde el presidente de Viva Colombia, William Shaw, iba a hacer una presentación. Estando ahí me acordé de la publicidad machista de dicha aerolínea, que decía “Llévate a la moza pa’ la arenosa”, para promocionar tiquetes aéreos a Barranquilla, escuché con atención a ver si el tema salía a colación.
Para sorpresa mía, el señor Shaw sí lo mencionó. Nos deleitó con una historia sobre cómo el incidente le había generado un montón de free press a la aerolínea y fue el ejemplo que usó para demostrar la irreverencia en la publicidad de la empresa. Pero dejó claro, que para él no fue tan grave y no entendía el escándalo que se había generado alrededor de la pieza publicitaria.

Cuando se acabó la presentación y se abrió el espacio para preguntas, tomé la palabra y le dije que desde la consultora donde trabajo, usamos su publicidad en los talleres de comunicaciones inclusivas, para enseñarle a las empresas lo que no hay que hacer y cómo no se debe representar a la mujer en la publicidad. Le dije que le seguíamos haciendo publicidad gratis, pero de la manera más crítica y que así para él sea un tema de irreverencia, para nosotras era ofensivo. Me preguntó por qué y en minuto y medio yo le vomité una lora sobre los estereotipos de género, que creo que no le quedó muy clara, entonces hoy quiero retomar el tema para completarle mi respuesta.

Estamos de acuerdo en que cada quien hace con su vida lo que se le venga en gana, el tema no es la infidelidad en sí, cada pareja decide qué acuerda sobre la exclusividad y la monogamia, ese no es el tema.

El tema es, que la moza siempre es la culpable, a pesar de que sea el hombre el que rompe el compromiso. Esto responde a que las mujeres somos consideradas las responsables de despertar el deseo sexual masculino y los hombres se consideran un sujeto pasivo, incapaz de controlar su instinto carnal y por ende no es responsable en los casos de infidelidad. Me refiero a la responsabilidad en términos sociales, a él lo regañan en la casa, pero la que se lleva la sanción pública es ella, que rápidamente se convierte en una atrevida, rompe hogares, p*ta, p*rra, etc. Las mujeres constantemente tenemos que cuidarnos de no estar provocando a los hombres, por las consecuencias sociales que eso trae, es más, al punto que en los casos de violación, no es raro que se mire la vestimenta de la víctima como la causa del delito. ¿Si ve todo lo que está detrás de decirnos mozas?

Además de esto, la infidelidad masculina es permitida socialmente y su publicidad la legitima como algo pintoresco y poco serio. Como mujeres tenemos que lidiar constantemente con la creencia de que los hombres no pueden ser fieles, que les desborda su capacidad física, lo cual simplemente demuestra un machismo absurdo. No se trata de que le haga una publicidad a nuestro tinieblo, como luego intentó hacerlo Viva Colombia, porque la sociedad castiga demasiado duro la infidelidad femenina, y por eso no funciona al contrario. Y cuando algo no tiene las mismas implicaciones para hombres que para mujeres, ahí hay sexismo.

Ahora, si contribuir a perpetuar los estereotipos de género que afectan a las mujeres y contribuir a un trato desigual no le parecen suficientes argumentos, ¿por qué no lo toma como un caso de negocio? Las mujeres hoy en día, tomamos el 80 por ciento del total de las decisiones de compra del mundo, por eso señor Shaw, deje de hacer publicidad dirigida a hombres, como si nosotras no trabajáramos ni decidiéramos a donde viajar de vacaciones. Aprenda a dirigirse mejor a su público y cuando se refiera a este incidente, admita que el error fue haber reforzado el imaginario machista de este país.

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