Entre el primero de enero y el 30 de septiembre de este año fallecieron a causa de lesiones fatales de causa externa 2.420 mujeres, 413 de ellas eran menores de edad, y 2.007 mayores de 18 años.
660 fueron asesinadas, 319 se suicidaron, 870 fallecieron a causa de accidentes de tránsito y 571 en forma accidental, según reporte del Instituto de Medicina Legal .
Esa cifra, en aumento cada día, cobra especial significado en Colombia al conmemorarse el 25 de noviembre el ‘Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer’.
En promedio, más de dos mujeres fueron asesinadas y más de una se suicidó cada día durante los primeros nueve meses del año.
La realidad es que en Colombia: “cada cuatro días una mujer es víctima de feminicidio, es decir, es asesinada por su pareja o expareja; cada 32 minutos una mujer es víctima de violencia intrafamiliar, cada día 21 niñas entre diez y 14 años son víctimas de violencia sexual”, de acuerdo con la organización Sisma Mujer.
‘NO ME MIRE…’
“No me mire directo a los ojos, no soporto eso…”, dice Juanita Guzmán*, una mujer de 43 años, delgada y baja estatura que durante más de “14 años que parecían eternos” soportó en silencio las violencias de que era víctima por parte de su compañero.
Ella, nacida el 15 de abril de 1983, en Arauca, y domiciliada en Engativá, Bogotá DC, desde hace cuatro años, dice que creía que los maltratos eran normales en todos los hogares.
“Yo había tenido un novio –Esteban– antes de haber conocido a Édgar. Con él conviví cerca de seis años y me dio un hijo”, dice mientras nos muestra la foto del joven.
Pero, “el amor o el encanto se acabó un día… Por nada me gritaba e insultaba a quien estuviera conmigo. Me fui de su casa con mi hijo… Como mis padres no me aceptaron en su casa, alquilé una pieza donde una vecina. Ahí conocí a Édgar”.
“Al principio, Édgar me enamoraba cantándome, me decía que él me aceptaba con todo e hijo. Yo le creí”. Juanita guarda silencio.
“Me demoré para dar el paso de ir a vivir con él. Yo esperaba que me propusiera casarnos, pero nunca lo hizo. Me dijo vamos a vivir, así nada más. Al año ya estábamos conviviendo. Todo parecía ir bien. Me encargaba de arreglar la casa, alistar la ropa y preparar los alimentos. Dejé de trabajar por fuera, porque él me dijo que ganaba lo suficiente para que estuviéramos bien. ¿La verdad? No nos faltaba nada. Pero, como a los seis años, me dijo que él no tenía por qué pagar la escuela del muchacho, que no era su hijo, aun cuando el niño siempre le decía papá. ¿Qué podía hacer? Le dije ‘él es tu hijo, casi lo criaste, ¿por qué cambiaste?’ Sólo me respondió: ‘No es mío. Y no me has dado un hijo que sea mío’. Ese día empezaron los problemas. A veces no llevaba mercado, tampoco me dejaba trabajar por fuera… Como pude hablé con las maestras para dejaran que el niño siguiera en la escuela… Hasta que mi mamá lo acogió en su casa cuando ya era adolescente. Creo que se llevaron bien desde el primer día que se conocieron”.
Le preguntamos qué decía el padre biológico del niño. Ella afirma que “desde que nos separamos, no volvimos a encontrarnos. Nunca buscó al hijo, y yo no lo iba a hacer porque no quería volver a escuchar sus gritos y sus insultos”.
“Un buen día, Édgar llegó furioso, correa en mano. Trató de pegarle a mi hijo, pero le dije que no le pusiera la mano encima. Entonces me pegó, una y otra vez. Me dejó la piel marcada y un dolor en el pecho que me quemaba. Fue la primera vez, la primera de muchas, porque cada vez que quería, sin que hubiera razones, me golpeaba con la correa, me empujaba contra la pared, me lanzaba al piso, me gritaba cosas horribles y dejaba de llevar mercado o pagar los servicios”, dice mientras sus ojos se enturbian bajo lágrimas que trata de disimular.
Hace cuatro años decidió que era suficiente, con miedo armó una maleta, se dirigió a la estación de buses, compró el pasaje hasta Bogotá, donde la esperaba una amiga araucana que la había apoyado para que dejara el infierno en que vivía. “Me vine con mi maletica para Bogotá con cuatro pesos en el bolsillo. Mi amiga me esperaba en la Terminal de Transporte. Ella me ayudó a buscar trabajo. No quiero que Édgar sepa dónde estoy. Él sabe que me fui de su casa y del pueblo. No quiero verlo nunca más. Nunca más”.
Juanita y miles de mujeres han sido o son víctimas de diferentes violencias cada año en Colombia. Sin importar el estrato socio-económico al que pertenecen o la comunidad en la que han crecido, la violencia las ha afectado física, sicológica y materialmente.
“No me mire directo a los ojos”, repite Juanita mientras se despide. “Cada vez que me miran directo a los ojos, siento que vendrá el correazo, el empujón…”
LESIONADAS
31.723 mujeres fueron lesionadas en desarrollo de disputas sostenidas durante 2016. En total 81.493 personas lesionadas -49.770 hombres- fueron atendidas por el Instituto de Medicina Legal.
Una investigación de la Dirección de Investigaciones de Sisma Mujer revela que “entre el primero de enero y el 30 de junio de 2016 una persona lideresa o defensora de Derechos Humanos fue asesinada. Por lo menos cada seis días, de acuerdo con las cifras de la OACNUDH, poco más de cada tres días según la matriz del movimiento social y político Marcha Patriótica y, aproximadamente, cada cinco días según el Programa Somos Defensores. Para el mismo período de 2017, la frecuencia es de cerca de siete días partiendo de la información de la OACNUDH, de aproximadamente tres días según Marcha Patriótica y se incrementa a tres días y medio de acuerdo con Somos Defensores”.
‘LA VIDA NO VALE NADA…’
Como en la canción de Pablo Milanés, pareciera que en nuestro país “La vida no vale nada, si no es para perecer, porque otros puedan tener, lo que uno disfruta y ama…”.
En ese andar, las mujeres son víctimas constantes de violencias. Hasta el punto que les quitan las vidas o las agreden, en muchos casos, sólo por el hecho de ser mujeres.
Los departamentos donde se registraron más homicidios de defensores (as), líderes y lideresas, entre enero y junio de este año, son: Cauca, Antioquia, Valle del Cauca, Nariño, Córdoba y Chocó.
Las muertes violentas de defensoras y lideresas, durante el mismo período, se registraron con mayor ocurrencia en: Antioquia, Cesar y Valle del Cauca.
Por su parte, la Defensoría del Pueblo reveló que entre el primero de enero y el ocho de agosto de 2017, “118 mujeres manifestaron estar en situación de riesgo por su labor de defensa de derechos humanos y liderazgo”.
Pero no son sólo las lideresas las que están en riesgo. La mujer está en peligro. Incluso, en el seno de su hogar, y en otros entornos supuestos de confianza, como el de la familia o de las amistades.
Medicina Legal informó que hasta abril del año en curso habían asesinado a 204 mujeres en diferentes regiones del país. El año pasado se presentaron 201 denuncias por feminicidios.
Entre enero y septiembre de 2017, 2.420 mujeres fueron víctimas de lesiones fatales de causas externas: 660 mujeres fueron asesinadas, 72 de ellas eran menores de edad, y 588 eran adultas. 319 mujeres optaron por el suicidio y 571 fallecieron en accidentes.
De las mujeres asesinadas este año, 13 tenían entre un día y cinco años de vida, 205 tenían entre 18 y 28 años de edad, y 47 tenían más de 60 años.
228 mujeres eran solteras, 191 convivían en unión libre, 45 estaban casadas, 32 se habían divorciado o separado, 18 eran viudas y de 146 no se tiene información de su estado civil.
Entre otras variables de vulnerabilidad de las mujeres muertas violentamente: 19 eran de origen campesino, ocho pertenecían a determinados grupos étnicos, 15 estaban en condición de habilidad de calle, dos eran maestras, una hacía parte de una ONG, 19 eran adictas a sustancias psicoactivas, dos estaban en condición de desplazamiento, una ejercía actividades políticas, tres desarrollaban labores en zonas de conflicto, dos permanecían capturadas, y 16 ejercían trabajo sexual.
496 mujeres asesinadas este año eran mestizas, 54 eran de raza negra, 22 de raza blanca, 16 eran indígenas, siete eran mulatas y de 65 no revelan datos.
De 149 de los presuntos agresores no se ha obtenido información. 95 feminicidios fueron perpetrados por pareja o expareja: 65 por compañero (a) permanente, 14 por excompañero (a) permanente, cuatro por amante, seis por examantes o exnovios y seis por novios (as).
25 victimarios eran familiares de quienes resultaron víctimas, siete agresores eran amigos de las mujeres y 18 eran personas conocidas (entre ellos: dos clientes, dos empleados y seis vecinos), ocho crímenes fueron perpetrados por delincuencia común.
39 de las mujeres que se suicidaron lo hicieron a causa de conflicto con pareja o expareja, 22 por desamor, 13 por razones económicas y 45 a causa de enfermedad mental, entre otras razones.
Entre las razones de las muertes, Medicina Legal revela que –de los 660 homicidios de mujeres registrados hasta el 30 de septiembre de 2017– 120 muertes fueron resultado de violencia intrafamiliar: 95 por violencia de pareja, dos de violencia contra adulta mayor, 14 por violencia en niñas y adolescentes, y nueve generadas entre familiares; cinco muertes fueron a consecuencia de violencia sexual; siete muertes fueron propiciadas en desarrollo de atraco callejero y 12 en desarrollo de hurtos; 21 a causa de ajuste de cuentas y 15 durante riñas; diez muertes fueron por razones de violencia sociopolítica.
En la variable ‘actividad durante el hecho’ se revela que 62 mujeres fueron asesinadas cuando ejercían “Actividades relacionadas con la asistencia a eventos culturales, de entretenimiento y/o deportivos”, 44 mujeres fueron víctimas en desarrollo de “Actividades de trabajo doméstico no pagado para el uso del propio hogar”, y cuatro durante “Actividades de desplazamiento de un lugar a otro” y 56 cuando cumplían “Actividades vitales o relacionadas con el cuidado personal”, entre otras razones.
Las armas o mecanismos utilizados para causar muerte a las mujeres: 42 con objeto contundente, siete con elemento cortante, 23 con corto contundente, 153 con corto punzante, seis con explosivos, 64 por asfixia, 356 con proyectil de arma de fuego, uno con arma punzante, uno con elemento térmico y siete con sustancias tóxicas
242 muertes fueron causadas en las viviendas, 256 en vías públicas, 14 en sitios de hospedaje, 18 en bares o tabernas, 47 en espacios al aire libre.
El mes durante el cual más mujeres fueron asesinadas fue abril. De las 660 mujeres que mataron entre enero y septiembre, 61 fueron asesinadas en enero; 73 en febrero, 70 en marzo, 95 en abril, 93 en mayo, 75 en junio, 76 en julio, 62 en agosto y 55 en septiembre.
El día de la semana en que más mujeres han asesinado es el domingo. 93 fueron muertas en lunes, 85 en martes, 83 en miércoles, 68 en jueves, 71 en viernes, 115 en sábados y 145 durante domingos.
POR DEPARTAMENTOS
123 mujeres fueron asesinadas en Valle del Cauca (70 en Cali), 106 en Antioquia (41 de ellas en Medellín), 78 en Bogotá DC, 35 en Atlántico (22 en Barranquilla, seis en Soledad), 25 en Santander (10 en Bucaramanga), 24 en Cundinamarca (ocho en Soacha), 23 en Tolima (11 en Ibagué), 22 en Norte de Santander (siete en Cúcuta), 18 en Cauca (tres en Popayán), 17 en Risaralda (10 en Pereira), 16 en Córdoba (seis en Montería), 15 en Huila (seis en Neiva), 15 en Meta (cinco en Villavicencio), 14 en Bolívar (cinco en Cartagena), 14 en Magdalena (siete en Santa Marta), 13 en Nariño (una en Pasto, seis en San Andrés de Tumaco), 13 en Cesar (siete en Valledupar), 13 en La Guajira (seis en Maicao), 12 en Quindío (10 en Armenia), 11 en Caquetá (seis en Florencia), ocho en Boyacá (una en Tunja), ocho en Caldas, seis en Casanare (dos en Yopal), ocho en Putumayo (tres en Mocoa), seis en Chocó (cuatro en Quibdó), seis en Sucre (tres en Sincelejo), cinco en Arauca (tres en Arauca), una en Amazona (Puerto Santander), tres en Guaviare (tres en San José de Guaviare), dos en Vichada (una en Puerto Carreño).
Durante los primeros nueve meses de 2017 no se registraron feminicidios ni muertes violentas de mujeres causadas por terceros en Guainía, San Andrés y Vaupés.
Adicionalmente, 63 mujeres se suicidaron en Bogotá DC, 56 en Antioquia, 28 en Valle del Cauca, 20 en Nariño, 17 en Santander, 15 en Cundinamarca, 14 en Norte de Santander, 12 en Boyacá, 11 en Tolima, 10 en Cauca, ocho en Bolívar, siete en Arauca, siete en Cesar, siete en Putumayo, seis en Caldas, seis en Huila, cinco en Atlántico, cinco en Risaralda, cuatro en Quindío, tres en Chocó, tres en Meta, tres en Magdalena, tres en La Guajira, dos en Caquetá, dos en Sucre, una en Guaviare, una en Casanare.
Ninguna mujer de Amazonas, Guainía, Córdoba, San Andrés y Providencia se suicidó.
Formas de violencias contra las mujeres en Colombia
La Ley 1257 del cuatro de diciembre de 2008, por la cual se dictaron normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres, reformó articulados de los códigos Penal, de Procedimiento Penal, y de la ley 294 de 1996.
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
El artículo segundo de la Ley 1257 de 2008 define la violencia contra la mujer como “cualquier acción u omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o en el privado”.
VIOLENCIA ECONÓMICA
“Se entiende cualquier acción u omisión orientada al abuso económico, el control abusivo de las finanzas, recompensas o castigos monetarios a las mujeres por razón de su condición social, económica o política. Esta forma de violencia puede consolidarse en las relaciones de pareja, familiares, en las laborales o en las económicas”, define el citado artículo, en concordancia con los Planes de Acción de las Conferencias de Viena, Cairo y Beijing.
DAÑO CONTRA LA MUJER
El artículo tercero estableció las siguientes definiciones de daño:
a. Daño psicológico: Consecuencia proveniente de la acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas, por medio de intimidación, manipulación, amenaza, directa o indirecta, humillación, aislamiento o cualquier otra conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal.
b. Daño o sufrimiento físico: Riesgo o disminución de la integridad corporal de una persona.
c. Daño o sufrimiento sexual: Consecuencias que provienen de la acción consistente en obligar a una persona a mantener contacto sexualizado, físico o verbal, o a participar en otras interacciones sexuales mediante el uso de fuerza, intimidación, coerción, chantaje, soborno, manipulación, amenaza o cualquier otro mecanismo que anule o limite la voluntad personal. Igualmente, se considerará daño o sufrimiento sexual el hecho de que la persona agresora obligue a la agredida a realizar alguno de estos actos con terceras personas.
d. Daño patrimonial: Pérdida, transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores, derechos o económicos destinados a satisfacer las necesidades de la mujer.
CORRESPONSABILIDAD SOCIAL
El artículo 15 estableció las obligaciones de la Sociedad: 1. Conocer, respetar y promover los derechos de las mujeres reconocidos señalados en esta ley. 2. Abstenerse de realizar todo acto o conducta que implique maltrato físico, sexual, psicológico o patrimonial contra las mujeres. 3. Abstenerse de realizar todo acto o conducta que implique discriminación contra las mujeres. 4. Denunciar las violaciones de los derechos de las mujeres y la violencia y discriminación en su contra. 5. Participar activamente en la formulación, gestión, cumplimiento, evaluación y control de las políticas públicas relacionadas con los derechos de las mujeres y la eliminación de la violencia y la discriminación en su contra. 6. Colaborar con las autoridades en la aplicación de las disposiciones de la presente ley y en la ejecución de las políticas que promuevan los derechos de las mujeres y la eliminación de la violencia y la discriminación en su contra. 7. Realizar todas las acciones que sean necesarias para asegurar el ejercicio de los derechos de las mujeres y eliminar la violencia y discriminación en su contra.
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1999. Comenzó a conmemorarse el 25 de noviembre de 2000, en memoria de las inmoladas hermanas Maribal.
Las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Maribal fueron torturadas y muertas a garrote en 1960, durante el régimen dictatorial de Rafael Trujillo, en República Dominicana.
HISTORIA DE LA DECLARATORIA
En 1981, activistas de los derechos de las mujeres empezaron a conmemorar el sacrificio de las tres hermanas, quienes se habían destacado por la lucha social.
En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, mediante la expedición de la Resolución 48/104 de diciembre.
La Declaración contempla que “la violencia contra la mujer constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer”.
Igualmente, establece que “que la violencia contra la mujer constituye una violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales e impide total o parcialmente a la mujer gozar de dichos derechos y libertades”.
En 1999, mediante la Resolución 54/134, Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
En 2008, la Resolución 62/134 abordó la violencia contra la mujer en situaciones de conflicto.
Este año, con ocasión del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre) y los 16 días de activismo contra la violencia de género, la campaña del Secretario General de las Naciones Unidas ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres ha invitado a la iniciativa «Pinta TU mundo de naranja - HAZ UNA MUESCA MÁS».
El criterio es que “no basta un día para erradicar la violencia contra las mujeres, este mes es #MesNaranja y tú también puedes ser parte de este cambio”.
“Una vida sin la amenaza de la violencia para todas y todos: Que nadie se quede atrás”, es el mensaje de Phumzile Mlambo-Ngcuka, secretaria General Adjunta y directora Ejecutiva de ONU Mujeres.
Mlambo-Ngcuka enfatiza que como sociedad “estamos viendo cómo la horrible cara de la violencia sale a la luz: los abusos de poder que impiden la denuncia y restan importancia a los hechos, que excluyen o aniquilan a la oposición. Estos actos de poder tienen el mismo origen independientemente de que se trate del asesinato de una defensora de los derechos humanos que hace frente a los grandes intereses comerciales en la cuenca del Amazonas, o de una joven refugiada que se ve forzada a mantener relaciones sexuales para conseguir comida o suministros, o de una empleada de un pequeño negocio de Londres despedida de su trabajo por ser una persona “difícil” tras denunciar una conducta sexual inapropiada por parte de su jefe. En todos los casos, una y otra vez, estos casos de abuso derivan de la confianza que tienen los autores de que no habrá una represalia significativa, de que no se recurrirá a la ley, de que no se tendrán que dar explicaciones”.
EN COLOMBIA
En 2008, el Congreso de la República promulgó la Ley 1257 con el fin de “adoptar normas que permitan garantizar para todas las mujeres una vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado, el ejercicio de los derechos reconocidos en el ordenamiento jurídico interno e internacional, el acceso a los procedimientos administrativos y judiciales para su protección y atención, y la adopción de las políticas públicas necesarias para su realización”.
HERMANAS MIRABAL
El 25 de noviembre de 1960 fueron localizados los cuerpos sin vida de las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, y de Rufino de la Cruz, conductor del jeep que, destrozado, se hallaba al fondo de un barranco.
Los cuatro cuerpos fueron hallados en el interior del vehículo. Según la versión oficial, se trataba de un accidente.
De acuerdo con lo demostrado posteriormente, funcionarios de la policía secreta de República Dominicana interceptaron el jeep en el que se trasladaban las hermanas en una solitaria carretera que bordeaba riscos, en la provincia de Salcedo, en el norte del país.
Un testigo y coautor de la masacre relató que las mujeres “fueron ahorcadas y apaleadas para que, al ser lanzadas dentro del vehículo por un precipicio, se interpretara que había fallecido en un accidente automovilístico”.
Según consta en escritos que permanecen en el Museo Memorial de la Resistencia Casa Museo Hermanas Mirabal, uno de los asesinos, Ciriaco de la Rosa, habría relatado cómo se había perpetrado el crimen, en el que participaron cinco integrantes del Servicio de Inteligencia Militar de República Dominicana:
“Después de apresarlas, las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Eran, aproximadamente, las 19:30. Allí las mataron a golpes y colocaron sus cadáveres en el jeep, antes de arrojarlo por el precipicio”.
El relato continúa: “se cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas. Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta, yo elegí a la más bajita y gordita, y Malleta, al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas”.
De acuerdo con el coautordel crimen, él había tratado de evitarlo “pero no pude, porque tenía órdenes directas de Trujillo y Johnny Abbes García. De lo contrario, nos hubieran liquidado a todos”.
¿Por qué el régimen las quiso muertas? ‘Las Mariposas’, como eran conocidas las hermanas Mirabal, se habían caracterizado por ser aguerridas luchadoras de causas sociales. A pesar de las amenazas se enfrentaban al dictador. Incluso, habían sido encarceladas en varias oportunidades.
Días antes de ser perpetrado el feminicio, Minerva Mirabal había advertido: “Si me matan, yo sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”. No se trataba de una premonición, porque era conocida la amenaza contra las mujeres. Sin lugar a dudas, el múltiple homicidio sacudió la conciencia de sus coterráneos. Un año después cambió el panorama de la Nación, que cada año rinde homenaje póstumo a las hermanas.
Los autores intelectuales del cuádriple crimen fueron: el general Rafael Leónidas Trujillo, jefe de Estado de la República Dominicana; José René Román Fernández, secretario de Estado de las Fuerzas Armadas; Cándido Torres Tejada, jefe de Operaciones del Servicio de Inteligencia Militar en la estación central, en Ciudad Trujillo.
Los autores materailes, procesados en junio de 1962 por la justicia dominicana, fueron identificados como: Víctor Alicinio Peña Rivera, Ciriaco de la Rosa, Ramón Emilio Rojas Lora, Alfonso Cruz Valerio, Emilio Estrada Malleta y Néstor Antonio Pérez Terrero.
Varios de ellos recibieron 30 años de pena. Sólo purgaron algunos años de cárcel. La mayoría falleció, por causas naturales, fuera de República Dominicana.
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* Juanita Guzmán no es el nombre real de la mujer. Solicitó no publicar su verdadero nombre porque aún teme ser agregida por su expareja.
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