Era cuestión de tiempo. A nadie sorprendió que les sacaran el
prontuario. Ni siquiera a ellos mismos. La imagen de los congresistas
recordándole su pasado criminal a Santrich y sus secuaces, en plena audiencia
sobre el tema de víctimas, sigue retumbando en medios y redes sociales.
La gritería no fue accidental: sólo responde a las provocaciones reiteradas de los jefes de las Farc, que llegan a los alaridos pidiendo eliminar a la oposición en los debates o la remoción de los miembros de mesas directivas del Congreso que estiman contrarios a sus intereses. Poco a poco las ‘Voces de paz’ se van transformando en aullidos de venganza, haciendo coro a los alaridos de quienes les abren espacios mucho más allá de lo autorizado en la Ley Quinta que regula la actividad parlamentaria. A esto se suma la torpe respuesta de un gobierno con 17 por ciento de favorabilidad, desprestigiado por la corrupción y que a duras penas recibe el respaldo de 23 por ciento en su manejo del proceso, que sale a decir que “no le gusta” el tono del reclamo.
La gritería no fue accidental: sólo responde a las provocaciones reiteradas de los jefes de las Farc, que llegan a los alaridos pidiendo eliminar a la oposición en los debates o la remoción de los miembros de mesas directivas del Congreso que estiman contrarios a sus intereses. Poco a poco las ‘Voces de paz’ se van transformando en aullidos de venganza, haciendo coro a los alaridos de quienes les abren espacios mucho más allá de lo autorizado en la Ley Quinta que regula la actividad parlamentaria. A esto se suma la torpe respuesta de un gobierno con 17 por ciento de favorabilidad, desprestigiado por la corrupción y que a duras penas recibe el respaldo de 23 por ciento en su manejo del proceso, que sale a decir que “no le gusta” el tono del reclamo.
Frente al claro respaldo que recibió la actitud de los congresistas
Rodríguez y Valencia en la opinión ciudadana, poco o nada importa que Santrich
se ampare en su ‘amnistía’ y amenace con acciones judiciales. Es el mismo discurso
de las Farc: provocar, injuriar, desafiar, insultar y revictimizar para
intentar victimizarse. Ojalá Santrich denuncie y veamos qué pasa.
Mientras esto ocurre en el Congreso, en las regiones las Farc aceptan
que más de 800 ex-guerrilleros han abandonado las antiguas Zonas Veredales
Transitorias de Concentración (ZVTC) donde deberían permanecer desarrollando
planes de capacitación y proyectos productivos. Preocupadísimos, los mandos de
las Farc se han apresurado a endilgarle al Estado esta situación por los
incumplimientos en la implementación y su improvisación desordenada y
desarticulada en estas estrategias.
El hecho es que el porcentaje de evadidos ya supera el 10 por ciento de
los desmovilizados, sin que haya registro alguno del número e identidad de
quienes se están saliendo del proceso. Ello esconde el efecto más perverso de
la ley de amnistía: si salen para delinquir pero regresan, los ampara la JEP,
sin importar qué tipo de crimen hayan cometido.
La verdad es que los ex-combatientes no se están yendo para la casa
buscando qué hacer, sino ubicándose exactamente en los mismos corredores de
movilidad que manejaban antes de concentrarse, justo donde está el 25 por
ciento de las caletas que jamás entregaron y las rutas del narcotráfico.
Es oportuno preguntarnos: ¿Si para las Farc este proceso es un camino
hacia ‘La Paz’, por qué se están preparando para regresar a la guerra? ¿Qué les
permite imaginar que un certificado de amnistía les permite volver a alzarse en
armas como si nada hubiera pasado en 52 años? ¿Qué les hace creer que su
presentación ante la justicia es opcional y de mero trámite?
La respuesta está en los decretos exorbitantes de la Presidencia. Allí
se establecieron tanto las ‘amnistías e indultos’ como las ‘medidas de
protección’, hoy desafiante y abusivamente enrostradas por Santrich.
Las primeras están siendo manipuladas como medios para rescatar
silenciosamente a quienes salieron de las cárceles por haber cometido crímenes
de guerra o delitos de lesa humanidad y que debían estar cumpliendo restricción
de libertad en unos espacios custodiados por el INPEC. Eso no está sucediendo y
nadie da razón de esos personajes.
Las segundas han servido para inmovilizar al Ejército y la Policía en
áreas cercanas a las ZVTC, ejerciendo labores de custodia de espacios que ya ni
concentran, ni reintegran a las Farc. ¿Qué hacen allí entonces?
Mientras tanto el Comisionado Pardo genera desgastes y fomenta peleas de
poder entre el general Naranjo y el ventrílocuo ministro Rivera, peleas que
bloquean cualquier esfuerzo del Gobierno en avanzar en su propia agenda. El
resultado obvio es lo sucedido en la erradicación de cultivos en Tumaco, hechos
confusos que sólo enrarecen la situación y benefician exclusivamente a las
Farc, expertas en maniobras desestabilizadoras. Adivinen ¿quiénes van a
terminar condenados...?
En conclusión, la instrumentalización de la JEP como mecanismo de
impunidad absoluta ante crímenes imprescriptibles que no pueden ser objeto de
amnistía ni indulto, de la mano del hambre voraz de apoderarse de la escena
política, es infame y desprecia los derechos de las víctimas y de los 48
millones de ciudadanos que si estamos sujetos a la justicia ordinaria.
La actitud valerosa y justa de quienes empiezan a señalarlos a viva voz
como criminales, incluidos los familiares de los diputados del Valle asesinados
que exigen el sometimiento efectivo de esa guerrilla a alguna justicia antes de
aspirar a participar en política, es parte del agrio debate público que deben
enfrentar las Farc en esta democracia imperfecta que sin duda votará ser más
republicana y más justa. Así no le guste al Nobel, ni a Santrich.
Ñapa 1: La excarcelación de las terroristas de Sendero Luminoso Martha Huatay y
Maritza Garrido Lecca después de pagar 25 años de prisión, genera escándalo en
Perú porque no repararon a ninguna víctima. Hoy ambas tienen más de 70 años de
edad y permanecerán inhabilitadas para hacer política.
Ñapa 2: La Sala Penal de la Corte negó la extradición del narco alias ‘Náder’,
en claro desafío a las obligaciones del Estado colombiano en la persecución de
la criminalidad trasnacional y afectando las relaciones con nuestro socio más
importante. ¿Qué excusa dará el Gobierno cuando lleguen las anunciadas
consecuencias? ¿Otra declaración altisonante y destemplada?
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