“Las
malas personas no pueden
ser buenos periodistas”.
Ryszard
Kapuściński
Por medio de la
presente, con motivo del día internacional de la eliminación de la violencia
contra las mujeres que se conmemora cada veinticinco de noviembre y dentro de
la campaña de dieciséis días de activismo contra la violencia de género -a la
cual convoca la Organización de las Naciones Unidas- me dirijo a ustedes con la
finalidad de invitarles a la reflexión de esta problemática que afecta los
derechos humanos más básicos, de más de la mitad de la población mundial.
Comienzo por
recordarles que esta fecha no es una celebración, nos remonta a un hecho
histórico que tuvo lugar el 25 de noviembre de 1960, fecha en que las hermanas
Mirabal, Minerva, Patria y María Teresa, fueron asesinadas en República
Dominicana por órdenes del dictador Rafael Trujillo.
¿Quiénes eran
estas mujeres y por qué se convirtieron en un símbolo global contra la
violencia de género? Eran un grupo de activistas que alzaron la voz ante la
injusticia y pelearon por la libertad, tres guerreras que no cedieron ante las
arbitrariedades del machismo y las opresiones de una dictadura. Mariposas que
trascendieron en el tiempo, superando la muerte en una metamorfosis de
esperanza.
Se les recuerda
como “Las mariposas”, porque dentro de la organización a la que pertenecían,
ellas mismas se nombraban así: “Mariposa 1”, “Mariposa 2”, “Mariposa 3”.
Incluso, ante las amenazas de Rafael Trujillo, Minerva Mirabal en una ocasión
dijo: “Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”.
Y aún con la fragilidad
de su vida, extendió sus alas y cumplió la promesa, pues en 1999 la Organización
de las Naciones Unidas declaró el día de su muerte y la de sus hermanas como
“Día internacional de la eliminación a la violencia contra las mujeres”,
prolongando su revoloteo en un eco vigente e inolvidable.
De esta manera,
considero propicia la ocasión para exhortarlos a continuar desempeñando su
profesión con ética y responsabilidad, pero sobre todo con empatía y
humanidad.
Invitarlos a
visibilizar la violencia de género y promover los derechos humanos; a
comprender el feminismo como un movimiento social que nos beneficia a hombres y
mujeres, y no como el otro extremo del machismo; a manejar un lenguaje
incluyente y trabajar bajo la perspectiva de género; a proteger la identidad de
las víctimas y respetar los límites de su privacidad.
Utilicen un
distintivo naranja como protesta a la violencia contra mujeres y niñas,
promuevan la equidad, el respeto, la tolerancia y generemos en conjunto una
cultura de paz. Cuando informen algún evento relacionado con una mujer,
céntrense en lo importante, no en su edad, vestimenta o apariencia. Eviten los
juicios de valor y el uso de estereotipos que sólo los alejan de la verdad e
imparcialidad, y les conducen al amarillismo.
Que su voz o
escritura sea el medio para lograr la sensibilización. Demuestren día a día su
apoyo y expliquen a sus lectores, televidentes o radioescuchas, que asumen esta
postura por convicción y no por obligación. Lleven un mensaje de esperanza a
los hogares donde hay una mujer sufriendo, sin saber qué hacer; oriéntenla,
háganle saber que no está sola y que tiene derecho a vivir sin violencia.
Reconozco la
importante labor que ustedes realizan en la sociedad, el impacto que tienen en
la educación y opinión pública, por ello, a nombre de las hermanas Mirabal y
las mujeres del mundo, solicito su ayuda para poner fin a este grave problema. ¡Conviertan estos dieciséis días de activismo en una
campaña permanente!
Sin otro asunto
que tratar por el momento, les agradezco de antemano su atención y apoyo,
despidiéndome con una reflexión que nos regaló el gran periodista Ryszard Kapuściński en su obra “Los cínicos no sirven para este oficio” y
que de manera textual dice: “Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay
que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas
personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede
intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus
dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde
el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología
se denomina 'empatía'. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del
propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los
problemas de los demás”.
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