sábado, 19 de agosto de 2017
miércoles, 16 de agosto de 2017
Corrupción es la peor de las violencias
Siempre he dicho, repitiéndolo casi hasta el cansancio, que la corrupción es la peor de las violencias porque engendra a las otras violencias.
La corrupción, gestada por el afán de conseguir dinero fácil, ha hecho parte de la realidad colombiana desde que tengo uso de memoria. Las razones de su práctica se explican en la falta de contexto ético desde la primera infancia, durante la cual se le ha enseñado a niños y niñas que lo importante era ‘ganar el examen’ haciendo trampas aun cuando no se hubiese estudiado, o presentar trabajos ‘copiados’ para pasar una nota, o pagar para recibir favores… Nuestra niñez ha crecido viendo películas en DVD piratas o leyendo libros igualmente falsificados, vistiendo prendas de contrabando, pasándose en las filas creyendo que con esa actitud eran ‘más vivos’, cuando en realidad todo ello son muestras de los síntomas de la descomposición de la cultura ciudadana, de la ética pública.
Mujeres escritas por mujeres
Cada Año Nuevo me hago el mismo propósito, leer un libro cada mes; casi nunca lo cumplo y este año no es la excepción, a estas alturas, apenas estoy empezando mi libro de julio. Pero este año quise agregarle un detalle adicional al reto, que esos doce libros fueran escritos por mujeres.
El viejo nuevo enemigo: la corrupción
Muchos argumentos se han esgrimido por parte del Gobierno Nacional y en especial el señor presidente Juan Manuel Santos para tratar de convencer a los Colombianos de las bondades del acuerdo de paz con las Farc, entre algunos de estos argumentos se ha dicho por ejemplo que se dará un recorte importante en el presupuesto que originalmente se destinaban a la guerra y que dichos recursos se destinaran al sector educación y salud, de igual forma se ha dicho que nuestro país con la paz alcanzada lograría en pocos años un incremento significativo del PIB.
martes, 1 de agosto de 2017
Un llamado urgente a la Decencia
Últimamente los políticos se han vuelto una exhibición de mal gusto y ramplonería que asusta y avergüenza. No se puede creer que en Colombia, por un lado se esté luchando por convivir en Paz, y, por otro, existan individuos que, atropellando todas las reglas de las buenas costumbres y las del ejercicio responsable de la libertad de expresión; se dediquen a incitar a la violencia.
Dolor en el corazón
Confieso que siempre he sido de lágrima fácil. ¿Qué quiero dar a entender con esta afirmación? Que siempre he tenido mucha facilidad para conmoverme con situaciones que me impacten. En más de una ocasión me detengo a pensar cómo he logrado llevar adelante mi profesión de abogado litigante en materia penal sin terminar llorando en cada uno de los juicios en los que he participado como defensor.
¿Feminista o miedo?
En estos días leí un artículo sobre Liliana Bernal, la jueza que escribió, argumentó y profirió la sentencia de Rafael Uribe Noguera, por el caso de Yuliana Samboní. El artículo resaltaba cómo la jueza decidió usar la sentencia para visibilizar las víctimas que han denunciado más de 15 mil casos de violencia de género, y quien además se autoproclama como defensora de los derechos de las mujeres.
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